Dar la vuelta a la tortilla...

Hoy he desayunado tarde. El reconocimiento médico que el seguro de vida exige así lo ha impuesto. ¿Por qué lo llaman seguro de vida? Supongo que ésa es otra entrada que me apunto...

Ya cerca de la oficina, de regreso, me he sentado a tomar una gran taza de café con leche (mucha espuma, por favor), muy caliente ella y cortejada por tres churros crujientes, más chulos que un ocho. Estos tres andaban presumiendo de textura, tamaño, brillo y turgencia ante la taza de café, que finalmente se los ha engullido, por bozacas y boca-chanclas...

Me sentía bien, todo sabe mejor en ayunas. Observaba, a través de un pequeño ventanuco de madera vieja que daba a la cocina de la cafeteria, al cocinero. Todo él chino. Estaba haciendo la primera tortilla de patatas del día. Y he grabado en mi memoria cada movimiento, cada gesto de la cara, la expresión de temor cuando se acercaba el momento de darle la vuelta a la sartén. Tenía ya el plato en la mano, pero dudaba... Y en esas, se acerca al fregadero, moja con agua el plato, lo posa con decisión encima de la caliente y oxidada sartén, y casi sin mirar le da la vuelta... Hubiera querido aplaudir... El plato ha quedado limpio, sin resto alguno de huevo o patata, que no sé a vosotr@s, pero a mí siempre se me queda algo, eso sí, que luego trato de recuperar...

A parte de la anécdota del agua, que probaré y os contaré, me quedo con lo de dar la vuelta a la tortilla... Todos hablamos ahora de recuperar la confianza, el optimismo, de dar la vuelta a la tortilla mental que se ha instalado en la sociedad, y que como la niebla ha llegado sin casi avisar. Pues bien, dejemos la tortilla en paz. Fijémonos en la sarten, en su asa, en sus materiales, en su grosor, que lo demás vendrá por añadido. Valores, creencias, amor por el prójimo, profesionalidad, simpatía, buen humor...Son sartenes que nos ayudarán a dar la vuelta a esta tortilla, aunque a más de uno yo creo que a estas alturas le deberían haber quitado ya los huevos...y las patatas.