Me he re-encontrado con un artículo de Antonio Muñoz Molina, de esos que tengo guardados en mi caja de sueños, y que me emociona cada vez que lo veo... Si lo leo casi lloro...Si lo re-escribo, tiemblo...Ahora verás por qué:
"Uno cualquiera, nadie, yo mismo, los diez dedos que pulsaron con velocidad automática un sigiloso teclado, escribe estas palabras. Un corazón late solo mientras tanto, dos ojos perciben formas y colores que en menos de una décima de segundo se transmutan en los objetos conocidos de una habitación, una brisa muy débil estremece ligeramente las cortinas de la ventana abierta y entonces algo mínimo y prodigioso sucede, una efusión inmediata de entusiasmo, inocencia y ternura, un cataclismo de reacciones químicas y secretos relámpagos que se confabulan para eregir una vez más, en el puro presente, desde el fondo del olvido y del tiempo, en un espacio libre del dolor de la identidad y de las falsificaciones de la memoria consciente y de la literatura, el olor exacto de una noche de verano"
A ver, no vale esconderse... ¿A quién le doy yo las gracias por esto? ¿Y cómo se me puede ocurrir escribir después de leerlo? Osado que es uno, ya me conoces.
jueves, 22 de enero de 2009
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