Veo sentado en la mesa de la esquina a Paco Sánchez. Se sienta siempre en el mismo lugar, girando la cabeza para dejar el perfil derecho oculto. Maruja me contó que le llaman el persiana: dicen que un cruce de navajas tuvo la culpa; no puede abrir el párpado de ese ojo, y un barrio castizo no perdona los motes, no. Imagino que a mí ya me habrán colocado uno. Paco, que vive en el tercero A, trabaja en una funeraria, a turnos, por lo que su presencia en La Comercial varía sin orden ni concierto, excepción ésta que confirma la regla del resto de sus habituales.
Entra ahora Gertru por la puerta giratoria, pero necesita ayuda y Sebas sale raudo para ayudar a empujarla. No debe llegar al metro cincuenta la mujer. Es la madre de Miguel, el portero, con quien vive desde que se quedó solo. Se supone que limpia el portal y la escalera... aunque a estas alturas ya todo el mundo sabe lo que hace la buena de Gertru: nada de nada. Eso sí, es habladora, por los codos. No parecen madre e hijo.
Sebas Blanco es uno de los camareros de La Comercial. El otro es Joaquín, su hermano. Ambos, junto con Marino, que es el socio capitalista, son los dueños. Trabajan como bestias. Uno viene de mañanas y otro de tardes, pero los fines de semana doblan, porque La Comercial atrae gente de toda la ciudad. Su estratégica situación, enfrente de la iglesia de las Concepcionistas, provoca que haga las veces de una plaza de pueblo: si no vas un día a La Comercial, te expones a que seas el tema de conversación... Así que mejor pasar, aunque sea solamente unos minutos para tomarte un café rápido.
Llevo sólo tres semanas aquí, pero a veces me da la impresión de que llevase media vida en Víctor Pradera 89. Vaya jungla.
domingo, 1 de febrero de 2009
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