Hoy, a través de un familiar de Antonio Vega, me ha llegado la confirmación de que todo lo narrado por el sacerdote el domingo pasado en Triacastela era cierto... Tal y como llegó la noticia, no podía ser de otra forma, pero me alegra saber que todo lo que aquí se ha escrito responde a la realidad.
Lo más importante, que he sabido hoy, es que el gesto de santiguarse reconfortó mucho a su madre, de fuertes raíces cristianas, y que allí estaba, naturalmente. Antonio es el tercer hijo que pierde por causas similares... Y digo yo que, enlanzado con lo de las huellas de mi entrada anterior, a mí lo que el corazón me dice es que Dios, mientras miraba de reojo a Antonio y sonreía con el gesto, llevaba a su madre en brazos...
John Keating
miércoles, 27 de mayo de 2009
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