jueves, 22 de enero de 2009

Ternura química

Me he re-encontrado con un artículo de Antonio Muñoz Molina, de esos que tengo guardados en mi caja de sueños, y que me emociona cada vez que lo veo... Si lo leo casi lloro...Si lo re-escribo, tiemblo...Ahora verás por qué:

"Uno cualquiera, nadie, yo mismo, los diez dedos que pulsaron con velocidad automática un sigiloso teclado, escribe estas palabras. Un corazón late solo mientras tanto, dos ojos perciben formas y colores que en menos de una décima de segundo se transmutan en los objetos conocidos de una habitación, una brisa muy débil estremece ligeramente las cortinas de la ventana abierta y entonces algo mínimo y prodigioso sucede, una efusión inmediata de entusiasmo, inocencia y ternura, un cataclismo de reacciones químicas y secretos relámpagos que se confabulan para eregir una vez más, en el puro presente, desde el fondo del olvido y del tiempo, en un espacio libre del dolor de la identidad y de las falsificaciones de la memoria consciente y de la literatura, el olor exacto de una noche de verano"

A ver, no vale esconderse... ¿A quién le doy yo las gracias por esto? ¿Y cómo se me puede ocurrir escribir después de leerlo? Osado que es uno, ya me conoces.

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