jueves, 29 de enero de 2009

Víctor Pradera, 89

Parece que es esta la puerta... A ver...sí, quinto piso, puerta C... Juan Pérez, el tipo de la agencia de Altamirano, mordiendo una colilla apagada de Bisonte y rascándose el interior de la oreja con un palillo roído, ni siquiera me ha mirado mientras me daba las llaves...Pocas ganas le he visto de enseñarme el piso...Eso sí, 60 duros me ha cobrado, y por anticipado; que gentuza y que capullo.

La escalera apesta a cerrado. Es lunes, después de puente, y pronto aprenderé que la vecina del cuarto deja la bolsa de basura fuera, sea diario o festivo, pensando que Miguel la recogerá... Doña Maruja delata sin querer las horas de entrada y salida del portero de la finca, que vive, desde que le abandonó su mujer, más que intensamente los fines de semana... pero sigue sólo... templado a ratos, pero muy frío en su interior. Su tez morena, pero áspera, la barba de más de tres días, su mirada penetrante, con ojos que buscan los míos con brusquedad mientras me apresuro a cruzar el triste y oscuro pasillo que conduce al ascensor... Pregunta sin hablar, como si quisiera saberlo todo de mí nada más llegar...Menudo elemento...

Todavía no sé qué hago aquí. Me da miedo hasta abrir la puerta...

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