jueves, 29 de enero de 2009

Víctor Pradera, 89 - (2)

Vino tinto, pan de leña, unas lonchas de jamón y un huevo frito. Este es el primer menú en mi nueva casa... No sé ni cómo puedo concentrarme en el plato, sin ver el desastre que se amontona a mi alrededor. Colchones de lana, multitud de trapos, ropa vieja por todas partes, un sillón de dentista, la clásica vitrina de vidrio blanca, ya sin cristales que protejan nada de nada, en la que se guardaban seguramente las tenazas de múltiples tamaños y formas - dientes que arrancaban dientes -, y otros cacharros y restos de lo que debió ser una activa consulta de un sacamuelas de antaño.... Proliferaron en la guerra, y en los años que la siguieron, aunque poco a poco fueron desapareciendo...

Me bajo a La Comercial a tomar un café, que no me sabe a nada, la verdad, pero es igual, porque el lugar me atrae. Hasta el momento, lo mejor de mi nuevo entorno... De hecho elegí el piso por esta cafetería. Marino me había citado allí y, como de costumbre se retrasó. Ese tiempo bastó para que pudiera observar al vecindario, a sus transeúntes, a sus paseantes, a los que sólo venían a trabajar por el barrio o los que aleatoriamente eran atraídos por su gran puerta giratoria. Los podría haber descrito uno a uno. Todos ellos, sin saberlo, y más allá de las columnas labradas y los grandes espejos, constituían el mobiliario vital de una cafetería con estilo. Una extraña en la ciudad. Varios escritores, tres estudiantes, alguna que otra viuda buscando una segunda o tercera oportunidad, y media docena de vecinos, escapando como yo, angustiosamente, de nuestra celda gris, solitaria y maloliente. ¡Qué distinto es el mundo desde La Comercial!

- "Un cortado y una manzanilla, por favor"

Me gusta escuchar el eco del camarero cuando las peticiones son para dos... Hay algo más que café e infusión en esa comanda: un amor escondido, o un amor por descubrir, una reconciliación o quizás sólo sea una oportunidad de un negocio de estraperlo... Y todo este cuadro, un oasis en mitad de la alcantarilla, impregna de color una imagen en blanco y negro, repleta de grises: mi vida.

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